Desarrollo psicológico
3.1. El pensamiento formal.
Este nuevo estadio se caracteriza por el desarrollo de nuevas formas de pensamiento que proporcionan al adolescente mayor autonomía y capacidad de razonamiento riguroso. Es lo que Piaget denominó "el estadío de las operaciones formales" Se inicia a las 11-12 años y difiere cualitativamente de los procesos de pensamiento que se han dado hasta ahora.
Se producen cambios cognitivos e intelectuales de gran importancia, como la aparición del pensamiento abstracto, gracias al cual empiezan a poder razonar sobre suposiciones y no sobre realidades como hasta ahora. Ya no necesitan apoyarse en la experiencia para pensar, y distinguen lo real de lo posible. El niño/a utiliza descripciones, mientras que el adolescente es capaz de dar explicaciones razonadas. Puede salir de lo concreto y realizar un análisis causal para encontrar múltiples soluciones y alternativas.
Este es el momento en el que empiezan a generalizar experiencias y conocimientos y a interrelacionarlos, pero la transición entre un modo de pensar infantil y otro adulto no es algo que suceda de repente, y muchas de las características del pensamiento adulto tardarán en aparecer.
3.2.- La consolidación de la identidad y la personalidad.
Así como la infancia es el periodo clave de la formación de la personalidad, la adolescencia es fundamental para su consolidación, ya que es ahora cuando todo ese trabajo cristaliza en las respuestas a las preguntas ¿Quién soy yo? ¿Qué es lo que me interesa? La personalidad estará en permanente construcción y revisión a lo largo de toda la vida.
Los cambios de la pubertad van a propiciar una revisión de su propia identidad, y sus nuevas capacidades les van a permitir definirse a partir de sus vivencias, pensamientos, sentimientos y deseos, así como su capacidad y sus preferencias en las relaciones con los demás.
Construir una identidad coherente va a ser un proceso apasionante. Los adolescentes han de encontrar ese "estilo propio" su propia forma de ser y estar en el mundo, con ideas y acciones coherentes y estables en el tiempo, que les definan y les diferencien de los demás. No es tarea fácil. Hasta ahora la identificación con los padres/madres era casi absoluta, y gracias a esta crisis pueden desarrollar su propia identidad, no sin antes explorar y experimentar distintas opciones, roles, etc. Lo más común es que desde la identidad hipotecada prestada de sus familiares, empiecen a cuestionar ideas y compromisos ajenos para ir adquiriendo otros propios más coherentes. Es entonces cuando se da forma a la identidad personal.
Entran también en escena profundas revisiones del autoconcepto y la autoestima, en la que van a empezar a influir las capacidades relacionadas con el estudio, la popularidad, el atractivo físico y ser valorado por las amistades. Suele darse un importante descenso de la autoestima al inicio de la pubertad como consecuencia del cambio de entorno escolar y los cambios puberales, poco a poco irá aumentando pero se producirán altibajos. Un entorno familiar seguro y democrático, unos padres/madres que favorezcan la comunicación y la expresión del afecto pueden favorecer que estas crisis de autoestima no empeoren.
Por el contrario, padres/madres muy autoritarios, muy permisivos o que se mantengan indiferentes ante sus hijo/as pueden promover desajustes importantes, ya que el logro de la identidad y una autoestima normal son necesarios para conseguir un buen ajuste psicológico en el/la adolescente.