
Cooperación
Definición
El ser humano es social por naturaleza. Esto supone mucho más que el hecho de que las personas nacemos, nos desarrollamos y crecemos en una sociedad, contribuyendo a ella y recibiendo de ella.
El niño y la niña nacen en una familia, inmersa en una sociedad y necesitan desde las primeras etapas de su vida de la ayuda de otras personas para sobrevivir. El ser humano es un ser abierto, se desarrolla en una relación permanente con los demás, uno de cuyas características es precisamente la cooperación.
La cooperación es lo contrario de la competición: cooperación supone que un grupo de personas colaboran –trabajan juntas-para conseguir un objetivo común. La competición consiste en buscar la consecución de los objetivos personales por encima de los objetivos comunes.
Si en la cooperación los demás son un elemento fundamental para conseguir nuestros objetivos, en la competición los demás pueden ser un obstáculo o un rival.
La colaboración ha sido clave para el desarrollo y la supervivencia de la humanidad: trabajar en equipo supone poner en marcha una serie de habilidades personales y colectivas que han permitido al ser humano alcanzar logros absolutamente increíbles.
Pero también es cierto que muchos elementos de la sociedad actual están incidiendo en presentar modelos individualistas, que priman el éxito individual sobre el colectivo, tanto en la escuela como en la escena profesional.
En una sociedad en la que el éxito es fundamentalmente individual en el colegio y la universidad, en la que en la empresa se priman los resultados individuales sobre los colectivos, es muy difícil que la colaboración se considere un valor y que un niño o una niña aprenda a cooperar con los demás.
La moderna sociedad audiovisual y multimedia, por su parte, también ofrece al niño/a estímulos que se disfrutan en soledad: los videojuegos son un buen ejemplo de esto –aunque el desarrollo de la red esté permitiendo juegos colaborativos en red-. Las actividades en equipo son más ricas, retadoras y satisfactorias para el niño/a, pero también suponen habilidades específicas, la necesidad de abandonar la propia comodidad o el propio interés, y supeditar los propios intereses al bien del equipo. Por ello los niños necesitan un estímulo adicional para desarrollar juegos y actividades en equipo.
Consideraciones generales
Es principalmente en la segunda infancia, a partir de los cuatro años, cuando comienza a verse mejor los deseos de participación social y la capacidad de relación y cooperación con el otro, pero es partir de los siete años, en primaria, cuando el niños o la niña empieza a mostrar las habilidades cooperativas, pues buscan la compañía de otros, acepta reglas de juego o trabajo, tiene cierto sentido de responsabilidad y solidaridad. ( lo que no quiere decir que hasta esta etapa no haya que intentar educar en colaboración).
La colaboración –frente a la competición- ofrece al niño/a actividades enormemente positivas, retadoras y satisfactorias, pero como se ha dicho, la actividad colaborativa demanda un amplio elenco de actitudes y habilidades, como por ejemplo:
- Conocimiento propio (de nuestras aptitudes, limitaciones, sentimientos, emociones etc.)
- Organización y Coordinación
- Capacidad de escuchar a los demás
- Sacrificar el interés propio por el interés común o ser capaz de armonizar ambos
- Solucionar conflictos
- Asumir responsabilidades de cara a los demás - Sentirse parte de algo, participar en los logros comunes
Aunque se trata de habilidades complejas, se aprenden y desarrollan precisamente en las actividades de colaboración; por ello es tan importante que nuestros hijos e hijas participen en actividades colaborativas:
- En casa, compartiendo desde pequeños actividades y juegos familiares que les enseñen a ser parte de algo superior a ellos mismos
- En el colegio, mediante la elaboración de trabajos en equipo
- En actividades deportivas (deportes de equipo) y culturales o de ocio (teatro, danza, etc.)
- En actividades sociales y de solidaridad: ayuda a personas dependientes, participación en actividades voluntarias con sus padres o con determinadas instituciones de confianza, colaboración en actividades de apoyo a ONG, etc.
Pero es sin duda en el hogar familiar donde el niño o la niña pueden desarrollar estas habilidades de manera directa y sencilla.
Muchas ideas pueden facilitar que los niños y niñas, desde tempranas edades (un niño o una niña de 3 años puede ya colaborar en las actividades familiares), participen en actividades grupales, como por ejemplo:
- Participar en las tareas domésticas desde edades tempranas, con tareas a la medida de su edad o capacidad: poner o quitar la mesa, participar en la limpieza de la casa, la compra, o tareas sencillas como separar la ropa blanca de la de color para poner una lavadora, y un largo etcétera. En muchos hogares los hijos e hijas asumen determinadas responsabilidades de forma habitual, como mantener el orden de sus cuartos y sus objetos, e incluso responsabilidades más colectivas.
- Participar en la organización de determinados eventos familiares: vacaciones, fines de semana largos, etc.
Consultar a los hijo/as la toma de determinadas decisiones en familia es una manera asimismo de fomentar la colaboración; desde el color de la nueva pintura del salón hasta proyectos más complejos como una reforma, etc.
- Involucrar a los hijos e hijas mayores en el cuidado de los más pequeños, siguiendo el dictado del sentido común y atendiendo a la responsabilidad que puedan asumir por edad o capacidad.
- Participar con los hijo/as en los eventos sociales, como la celebración de asambleas, jornadas electorales, explicándoles la importancia de la participación individual en las actividades y la vida social.
- Participar con los hijos e hijas en actividades de voluntariado o de cuidado de personas dependientes, como la atención a personas discapacitadas o a personas mayores dependientes.
La colaboración, una escuela de habilidades sociales
Además de lo expuesto anteriormente, el trabajo en equipo o las actividades colaborativas es una ocasión fantástica para que el niño o la niña aprenda a convivir con los demás y desarrolle o consolide determinadas habilidades sociales.
La primera de las habilidades sociales básicas es la habilidad de escuchar las opiniones de los demás, aunque no se esté de acuerdo con ellas. La diferentes propuestas sobre cómo organizar un juego, o la elección de una actividad antes que otras, puede ser una ocasión para que los niño/as desde muy tempranas edades aprendan a escuchar a los demás, y respeten otras opiniones aunque no se esté de acuerdo con ellas...El hecho de que la mayoría de estas decisiones acaben tomándose por mayoría, es una buena manera de aprender a vivir determinados valores sociales y democráticos.
Al mismo tiempo que los niños y niñas escuchan a los demás, también aprenden a expresar de forma adecuada sus propias opiniones y sentimientos, como expresión de una sana autoestima. En este sentido los niños y niñas deben aprender a expresar sus opiniones de forma abierta, clara, sin pretender imponerlas a los demás ni callándolas por una falta de seguridad en sí mismos. Es necesario que los padres y madres estén atentos a estos comportamientos por parte de sus hijos e hijas, y que se insista en enseñar a los niños/as a expresar sus sentimientos e ideas, no dejarse avasallar por los demás ni avasallar a otros.
Y por último, es en estas actividades colaborativas en las que nuestros hijos e hijas pueden aprender técnicas básicas que más adelante les servirán en su vida adulta, como por ejemplo, la negociación.
Aprender a negociar supone:
- Tener paciencia para lograr un acuerdo
- Escuchar a los demás
- Buscar alternativas
- Argumentar y defender las propias ideas
- Buscar soluciones conjuntas que supongan integrar las ideas de otras personas.
Indicadores de la competencia:
• Ser capaz de mantener actividades de equipo y juegos con otros niños y niñas
• Integrarse con facilidad en los juegos de otros
• Resolver conflictos en el reparto de objetos, organización de un juego o una actividad con otros niños, aunque ocasionalmente necesiten la mediación o el arbitraje de un adulto
• Compartir habitualmente de buen grado sus objetos, juguetes y juegos con otros niños/as
• Participar en deportes de equipo como uno más
• Mantener la disciplina de grupo, tanto en actividades lúdicas como en el trabajo escolar y en casa.
• Tener el convencimiento de que se puede aprender algo de todo el mundo
• Reconocer las propias capacidades
• Escuchar las opiniones de los demás,
• Expresar de forma adecuada sus propias opiniones y sentimientos
• Disfrutar de las actividades de equipo
En niños algo más mayores, cooperar además significa:
• Negociar un acuerdo con otros niños o niñas en torno a cómo organizar una actividad, un trabajo o un juego, buscando el equilibrio entre sus objetivos y los de los demás.
• Organizar y repartir tareas en actividades complejas
• Encontrar satisfacción en el trabajo en equipo y la colaboración con otras personas.
• Saber escuchar y compartir información con otros niños y niñas, en un entorno cordial, abierto y cooperativo.
Factores que dificultan el aprendizaje de la competencia:
- Individualismo y competición excesivas
- Mantenimiento obstinado de posturas propias sin razonamiento adecuado
- No pasar nunca por alto las dificultades propias de la relación con los demás, como salidas de tono o respuestas inadecuadas de otros miembros del equipo
- Empeñarse por eficacia en llevar a cabo solos una tarea encargada al grupo...
- Querer precisamente lo que no se tiene, en vez de contar con lo que se tiene, de querer y disfrutar lo que se tiene.
- Creer que de los fracasos del quipo son siempre culpables otros.
- No ver más que lo negativo de los demás miembros del equipo sin encontrar algo positivo en cada uno de ellos.
Frases sobre colaboración
“El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia gana campeonatos”. Michael Jordan
“No existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación”. John Stuart Mill
“Una de las más bellas compensaciones de la vida consiste en que nadie puede tratar sinceramente de ayudar a otro sin que se ayude a sí mismo”. Ralph W. Emerson
“No interesa la autonomía que olvida la integración –la convivencia, la cooperación, la solidaridad– porque acaba en particularismos”. Rodríguez-Arana.
“La cooperación es la convicción plena de que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos”. Richard Pawson.