Aceptación del error
Según el diccionario, error es la “acción desacertada o equivocada”. Ahora, tendríamos que preguntarnos....equivocada con respecto a qué... o a quién. Podríamos, entonces, redefinir el error como "la acción que produce un resultado no deseado por alguien".
Ante la equivocación o el error, en ocasiones surge el castigo, no siendo éste la mejor forma de resolverlo. El castigo sólo genera miedo, resentimiento, vergüenza, tensión, culpa, baja autoestima...
Y además, ¿mejora el castigo nuestra capacidad para accionar en forma más efectiva en otra oportunidad? Realmente, no lo creemos.
Además de solucionar un problema ¿Qué otras cuestiones son importantes cuando tomamos una decisión?
- Mostrar/Reconocer el error: Para que nuevas acciones sean posibles es imprescindible poder reconocer el error como tal, lo cual muchas veces no nos es fácil, fundamentalmente por esta cultura del castigo/miedo en la que nos movemos.
- Buscar la Reparación: ¿Qué daños produjo esta equivocación? ¿Hay alguna manera de reparar el daño producido? Si no es así, ¿puedo perdonar, o perdonarme, u ofrecer mis disculpas al afectado?
- Aprender: Tomar el error como un espacio de aprendizaje es lo que marca la diferencia entre el fracaso y el éxito. Es lo que permite, en un futuro, lograr un mejor resultado.
En la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Hacer y recibir críticas
¿Cómo le planteamos al otro las cosas que no nos gustan?
Y ¿Cómo recibimos las críticas? ¿Nos sentimos atacados? ¿Lo interpretamos como una oportunidad para aprender?
Lo positivo sería que pudiéramos entender las críticas como información muy útil, que nos sirve para mejorar.
Tendemos a distinguir entre las constructivas y las que no lo son.
Pero, en cualquier caso, una crítica, independientemente de la intención con que se emite e incluso de su propio contenido, ofrece una opinión distinta a la nuestra, un punto de vista discrepante sobre lo que hacemos o pensamos. Y, por ello, nunca carece de interés y puede ser metabolizada positivamente, ya que podemos interpretarla como una información que sirve como contraste con nuestros planteamientos.
Parece obvio que nos resultará tanto más fácil asimilar las críticas cuando mejor sepamos formularlas nosotros. Son dos habilidades sociales, tan difíciles una como otra, que nos ayudan a entender a los demás y a conocernos mejor.
Las habilidades sociales son comportamientos que incluyen respuestas verbales y no-verbales, que hacen probable una consecuencia deseable o la evitación o retirada de otra indeseable. Se trata de destrezas necesarias para ciertas tareas y se refieren a respuestas relacionadas con la conducta social. El término "habilidad" no es un rasgo de personalidad, sino un conjunto de respuestas que se aprenden.
Una conducta socialmente habilidosa es "la que permite a una persona actuar en base a sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad inapropiada, expresar cómodamente sentimientos honestos o ejercer los derechos personales sin negar los derechos de los demás" (Alberti y Emmons, 1.978).
Una de las habilidades sociales que más conviene aprender es el manejo de la crítica, a la hora de hacerla y de recibirla, ya que nos va a permitir solucionar problemas y conflictos interpersonales.
Quien bien critica no ofende y todos tenemos derecho a exponer nuestras opiniones. Es importante que las críticas se basen en hechos objetivos y contrastados. Que se centren en lo fundamental, sin pretensiones de abordar todos los detalles, y que la crítica se dirija siempre a comportamientos o actitudes concretos. No descalifiquemos a la persona concreta, sino a lo que ha hecho o dicho, y seamos claros, concretos y específicos, evitando generalizaciones y etiquetas. Las críticas constructivas son oportunidades para fortalecer nuestra relación interpersonal, mejorando el conocimiento mutuo y fortaleciendo nuestra autoestima. Es una oportunidad para aprender.
Partamos del reconocimiento y de admitir la herida narcisista de que no somos perfectos y que en ocasiones tenemos dificultades que nos bloquean o nos conducen a distorsionar la realidad, haciendo que nuestras conductas no sean las más apropiadas, incluso ni las que nosotros quisiéramos tener.
No es tarea fácil, pero no tengamos miedo a reconocer nuestros errores, ya que sólo así aprenderemos a afrontarlos y a mejorar nuestra manera de ser y nuestra calidad de vida.