
Aprendizaje continuo - Deseo de saber
Definición
El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquieren nuevas habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción y la observación. ...
La persona se apropia del conocimiento en sus distintas dimensiones: conceptos, procedimientos, actitudes y valores.
Consideraciones generales
Aprender (los hijos/as) y enseñar (los padres y madres) son procesos donde las emociones juegan papeles muy diferentes: hay emociones que favorecen el aprendizaje y otras que lo dificultan. Por eso es necesaria una perspectiva que integre las teorías cognitivas del aprendizaje con las teorías socioemocionales. No se puede aprender ni se pueden transmitir valores si no hay emoción, si el corazón no queda tocado, y todas las investigaciones neurológicas nos dicen que todo aquello que se aprende con emoción queda grabado para siempre en el cerebro.
Ya 2500 años atrás Platón decía: ”La disposición emocional del alumno/a determina su habilidad de aprender”.
La educación emocional, es decir, el proceso de enseñanza/aprendizaje de las emociones, tienen como objetivo el desarrollo integral de la persona armonizando los componentes cognitivo y afectivo.
Los autores Elias, Tobias y Friedlander (1999) plantean la que será la regla de oro de la educación emocional: “Trate a sus hijo/as como le gustaría que le tratasen los demás”.
Esta afirmación implica varios aspectos para los padres/madres, como educadores. Por un lado requiere que los padres/madres conozcan bien sus propios sentimientos y sean capaces de controlar sus impulsos, por otro que asuman la perspectiva del hijo/a con empatía, y por último que se dediquen con esfuerzo a la tarea utilizando sus recursos sociales para llevar a cabo las ideas.
Hace unos años la UNESCO publicó el Informe Delors, donde se hace referencia a los cambios de estilos de vida que vive el mundo contemporáneo, se analizan las tensiones que ello provoca y plantea soluciones y alternativas para la educación del siglo XXI.
El informe dice textualmente: “Eso que proponemos supone trascender la visión puramente instrumental de la educación considerada como la vía necesaria para obtener resultados (dinero, carreras, etc.) y supone cambiar para considerar la función que tiene en su globalidad la educación: la realización de la persona, que toda entera debe aprender a ser”.
Este informe basa la educación para el futuro en estos cuatro pilares fundamentales: Aprender a conocer, Aprender a ser, Aprender a hacer y Aprender a vivir en comunidad.
¿Qué es aprender a aprender?
La legislación educativa reciente recoge las propuestas de la Unión Europea incluyendo entre las competencias básicas la de aprender a aprender, que en cierto sentido subyace a todas las otras. La Comisión Europea define esta competencia como:
“La capacidad para proseguir y persistir en el aprendizaje, organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva realizar un control eficaz del tiempo y la información, individual y grupalmente. Esta competencia incluye la conciencia de las necesidades y procesos del propio aprendizaje, la identificación de las oportunidades disponibles, la habilidad para superar los obstáculos con el fin de aprender con éxito.
Aprender a aprender significa que los estudiantes se comprometan a construir su conocimiento a partir de sus aprendizajes y experiencias vitales anteriores con el fin reutilizar y aplicar el conocimiento y las habilidades en una variedad de contextos: en casa, en el trabajo, en la educación y la instrucción. En la competencia de la persona son cruciales la motivación y la confianza.”
La competencia de Aprender a aprender, como todas las demás, por otra parte, implica desarrollar aspectos tanto cognitivos como emocionales. Desde luego, supone adquirir determinadas competencias metacognitivas, es decir, capacidades que permiten al estudiante conocer y regular sus propios procesos de aprendizaje. Pero, de nada sirve conocerse como aprendiz si lo que “vemos” al analizarnos nos desagrada y nos lleva por tanto a considerarnos poco capaces. La autoestima, la capacidad de aceptar el rechazo que provoca el error, la tensión que implica mantener el esfuerzo... son algunas de las dimensiones de aprender a aprender que con mayor claridad revelan su naturaleza en parte emocional.
En cierta ocasión Henry Ford afirmó:
“Si usted cree o no cree que es capaz de hacer algo, está en lo cierto”.
Esta simple afirmación resalta un aspecto esencial para comprender la habilidad que tiene una persona para alcanzar sus objetivos. La mayoría de los niño/as tienen tanto la capacidad intelectual como física para realizar con cierto nivel de éxito cualquiera de las actividades que elijan ejecutar.
Sin embargo, y aquí viene la cuestión diferenciadora, a veces no triunfan por no sentirse competentes, ‘capaces de’...
La sensación de esta competencia comienza con la convicción de que los esfuerzos realizados serán compensados con el éxito posterior.
Esta confianza podrá contrarrestar la preocupación y la ansiedad que pueden desembocar en la posibilidad de fracaso.
Sentirse seguro de sí mismo es una condición necesaria para asumir riesgos, y favorece que el niño/a se empeñe en conquistar objetivos y conseguir logros.
La motivación en el aprendizaje
Definición de motivación: Es el conjunto de variables intermedias que activan la conducta y/o la orientan en un sentido determinado para la consecución de un objetivo.
Se trata de un proceso complejo que condiciona en buena medida la capacidad para aprender de los individuos.
La motivación sería lo que mueve a la persona en una dirección y con una finalidad determinada; es la disposición al esfuerzo mantenido por conseguir una meta. Entendiéndolo desde ahí, se puede afirmar que la motivación constituye entonces, un factor que condiciona la capacidad para aprender.
Al igual que los intereses, depende en parte de la historia de éxitos y fracasos anteriores de la persona pero también del hecho de que los contenidos que se ofrezcan para el aprendizaje tengan significado lógico y sean funcionales.
Además, la motivación va a tener que ver con que la persona, en nuestro caso el niño/a, pueda ir adquiriendo valores como la satisfacción por el trabajo bien hecho, la superación personal, la autonomía y la libertad que da el conocimiento.
Por último, exige conocimiento sobre el riesgo que se corre en caso de fracasar en el intento o por el contrario, y más importante, la satisfacción que supone la obtención del éxito.
Existen dos tipos de motivación:
La motivación intrínseca que hace referencia a que la meta que persigue el sujeto es la experiencia del sentimiento de competencia y autodeterminación que produce la realización misma de la tarea y no depende de recompensas externas.
La motivación extrínseca que estaría relacionada con la realización de la tarea para conseguir un premio o evitar un castigo.
Alonso Tapia en “Desarrollo Psicológico y Educación” de Coll, Palacios y Marchesi (1992), llegó a la conclusión de que las personas con motivación intrínseca tienden a atribuir los éxitos a causas internas como la competencia y el esfuerzo, mientras que los individuos con motivación extrínseca tienden a atribuirlos a causas externas, como el azar o las características de la tarea.
Si los niños y niñas aprenden que cuando actúan adecuadamente consiguen los resultados que desean, comenzarán a pensar que son capaces de controlar su vida.
Los psicólogos se refieren a esta percepción como el punto interno de control, por el cual el niño/a creerá que los resultados que obtiene son una consecuencia de sus esfuerzos y actos.
Los niños/as con motivación extrínseca no se consideran capaces de controlar la consecución de aquellos objetivos que persiguen. Los psicólogos denominan a esta percepción como el punto externo de control, por el que los niños sienten que existen circunstancias externas que no pueden controlar, como otras personas, la suerte.. y que son las que determinan sus éxitos o sus fracasos.
Esta idea confirma de nuevo lo que venimos planteando, y es que:
También se ha comprobado que las personas con alta motivación persisten más en la tarea y por tanto es más probable que alcancen sus metas. Se harán juicios independientes y se proponen retos pudiendo calibrar sus posibilidades de éxito. El propio éxito alcanzado servirá de refuerzo en su forma adecuada de afrontar las tareas.
Por supuesto, esto que estamos planteando guarda estrecha relación con el nivel de autoestima que tenga la persona.
Las causas de la desmotivación en el individuo pueden ser muchas y variadas.
Cabría preguntarse sobre dos aspectos fundamentales, por un lado el nivel de estimulación recibido y por otro su historia de aprendizaje personal y experiencial. Podemos encontrar explicación en factores como la familia como primer agente, pero también en el condicionamiento de un medio social desfavorecido, los fracasos escolares que arrastre.
La desmotivación supone la existencia de limitaciones contra las que a la persona le es difícil luchar. Algunas de estas limitaciones pueden ser las bajas expectativas y atribuciones inadecuadas, falta de hábitos, la poca autonomía, los prejuicios, falta de conocimiento y habilidades, la baja autoestima...